domingo, 28 de agosto de 2011

La Maestra Encina

Paseaba por un bosque al que conozco desde niño. Me senté en un saliente rocoso desde el que se divisa un paisaje precioso y escuché el silencio. Abrí mi corazón y serené mi mente. Al partir de ese punto mágico para mi, ya en el camino sentí la llamada a ir más allá del camino de regreso y ascendí por una colina hasta un bosque en el que habitan algunas encinas adultas. Me acerqué a una de mayor, con su copa que casi toca el suelo. La contemplé y entré bajo su manto, sentándome a la vera de su tronco. En pocos segundos sentí una vibración en mi coccix, una especie de temblor desagradable que me conminó a levantarme y apartarme de la encina.
Entonces caí en la cuenta. Había entrado en ella, en su espacio, sin pedir permiso. Ya fuera de su copa pedí perdón por la invasión y pedí permiso para entrar. Me sentí aceptado y entré de nuevo. De pie puse mi mano izquierda en un tronco grueso y sentí su fortaleza, integral, segura y firme. Se activó mi 3r chakra y la energía subió hacia el 4rto que se expandió y siguió subiendo hasta el 7º y más allá. Esa fue la primera lección de mi maestra arbórea.
La encina es un ser acogedor, pero firme, que accede a dar si se le pide. Sentí que aportaba energía, protección y que ayudaba a vencer la sensación de aislamiento. Ayudaba a mover la energía por la columna, haciendola ascender. Eso sentí, pero dudé (yo siempre dudo un poco de todo, quizas por mi formación científica).
A la mañana siguiente regresé a ver a mi maestra encina. Quería corroborar lo que había sentido el día anterior. Al llegar a su lado una liebre enorme reposaba en su interior, cerca del tronco. Echada, me miró cuando yo llegué a su altura. No se movió. Me veía, pero se sentía protegida dentro del aura de la encina. Estuvo casi medio minuto así, tanto que yo pensé que estaba enferma y me moví, acercandome para ver mejor. De un salto se puso en pie y se alejó en un santiamén como buena liebre que era.
Sin duda la encina aportaba protección en su interior. Agradecí a la maestra y al Universo por la lección y me alejé con mi corazón lleno por la sinergia vivida.
vuestro hermano,
Jordi

1 comentario:

  1. Historia, cuento, aventura,..., la encina nos enseña y nos acompaña, ofrece sin más, aunque pida no ser invadida, sino respetada.

    Porque también se siente y se aprende desde la duda, un fuerte abrazo Jordi

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