sábado, 5 de marzo de 2011

Hermandad arbórea

Se puede formar comunidad con otras personas, pero tambien con otros seres de la naturaleza. Los vegetales y los Devas asociados a ellos sienten anhelo a esta comunión, saben que de ella depende el futuro de la Tierra entera. A nosotros nos cuesta estar atentos a la brisa que lleva el amor perfumado de la flor, a la carícia de la hoja en nuestra mejilla, al sabor del fruto en nuestra boca o al tronco que sostiene nuestra espalda cuando reposamos.

Este miercoles pasado he recibido un lección de amor de la naturaleza. He pasado 24 horas seguidas en el jardín, paseando de día y de noche y durmiendo en la cueva, con la compañía de los murciélagos. La paz, que venía de fuera y de dentro a la vez se ha instalado en mí y me ha sido imposible realizar ningún trabajo en el jardín a parte de pasear, oler, escuchar y sentir. Con la suavidad de unos maestros silenciosos los árboles me han mecido en su regazo y he dormido en la falda de un viejo olmo con el Sol en el rostro calentando mi fría tez. Las respiraciones se han profundizado y el corazón se ha henchido de amor.

Ellos, todos, estan siempre presentes, siempre atentas, abiertas al contacto. No hace falta ser clarividente para ver, ni especialmente sensible para sentir la paz que aporta el reino verde y el reino angélico solo se requiere tiempo, silencio y querer aprender (pedir).

Sentaos con la espalda en el tronco de un árbol que siempre os haya gustado y sentid la falta de prisa, la respiración, el sueño, la alegría y si no hay prisa, cuando el corazón se relaje y se llene de alegría es que ya estais allí, aquí, en el eterno presente en compañía de la hermandad arbórea.

No hace falta más para comprender que Todos Somos Uno !

vuestro hermano

Jordi